El ministro germano del interior promete que los demandantes de asilo serán expulsados a Italia o Grecia.
Alemania y Austria dicen haber encontrado la fórmula para “cerrar la ruta migratoria del Mediterráneo” sin que la presión recaiga sobre estos dos países. El ministro germano del Interior, Horst Seehofer, ha garantizado este jueves al canciller austriaco, Sebastian Kurz, que los demandantes de asilo a los que retengan en la frontera por haber presentado sus solicitudes en otros Estados europeos no acabarán en Austria, país fronterizo con el sur de Alemania. En su lugar, esos potenciales refugiados “serán devueltos a Italia o a Grecia”, ha vaticinado Seehofer desde Viena. Está por ver que el Gobierno italiano acepte esa devolución de migrantes por parte de Alemania. Los ministros del Interior austriaco, italiano y alemán se reunirán la próxima semana para aclarar los detalles, según han explicado Kurz y Seehofer.
Austria lleva días molesta con el arreglo pactado entre la canciller alemana, Angela Merkel, y su incómodo socio de coalición (Seehofer, líder del partido bávaro hermano de la CSU de Merkel) para evitar el colapso de la coalición gobernante en Alemania. Aunque aún falta el visto bueno de los socialdemócratas, que participan en el Ejecutivo germano, el ministro del Interior ha acudido rápidamente a Viena para recabar el apoyo de Kurz, también de la familia democristiana europea, aunque su coalición de Gobierno acoge a un partido de ultraderecha. El Ejecutivo austriaco amagaba con replicar en el sur (hacia Italia y en menor medida hacia Eslovenia) las medidas que adoptara Alemania para mantener a los potenciales asilados lejos de su frontera con Austria, un movimiento de efecto dominó con implicaciones peligrosas para el conjunto de la UE.
“No habrá ninguna medida que se tome a expensas de Austria. Al contrario, habrá un acuerdo para evitar la llamada migración secundaria”, ha celebrado el mandatario austriaco en una comparecencia conjunta con Seehofer y con el vicecanciller austriaco y líder del partido de extrema derecha (FPÖ), Heinz-Christian Strache.
Lo único claro de ese mensaje ha sido la garantía que obtiene Austria de que este país no albergará a los irregulares potencialmente atascados en la frontera. Alemania los alojará en los llamados centros de tránsito para determinar cómo han llegado a Europa. Si al registrarlos comprueban que ya se inscribieron en Italia o Grecia (es el caso de aproximadamente tres cuartas partes de los demandantes de asilo que transitan por la frontera entre Baviera y Austria, según el propio Seehofer), se les expulsará a alguno de estos dos países. Grecia ya aceptó, en la última cumbre europea celebrada a finales de junio, acoger a todos los refugiados que Alemania le reenviase en este supuesto. También España, aunque, en palabras del propio ministro alemán, este compromiso “no es muy relevante” porque en esa ruta recalan pocas personas.
Seehofer, que en todo momento ha liderado la comparecencia, pese a celebrarse en la sede del Gobierno austriaco en Viena, ha admitido la dificultad de acordar este delicado punto con Italia. “Si fallan las negociaciones con Italia y con Grecia, que serán complicadas, entonces pensaremos en otras medidas”, ha advertido, sin detallar cuáles pueden ser. Sus palabras suponen una advertencia velada a Italia para que coopere. Tanto Berlín —o más bien la parte bávara de la coalición— como Austria no cesan de repetir que, sin control de las fronteras exteriores de la UE, las interiores están amenazadas. Es decir, que si Italia o el resto de países sureños no contienen los flujos migratorios, la libertad de movimientos en el espacio Schengen está en riesgo.
En la actualidad, este espacio de libre circulación ya aplica chequeos fronterizos en cinco países. Una de las lindes afectadas es precisamente la de Baviera con Austria. El vicecanciller austriaco ha querido abundar en esa segunda hipótesis, que se activará si todo lo demás fracasa. “No podemos excluir nada. Quizás haya medidas relativas a las fronteras”, ha deslizado.
Antes de recibir a Seehofer, Kurz se ha reunido con un grupo de periodistas para detallar las prioridades de la presidencia europea que ejerce Austria durante este semestre. En el encuentro, la que ha sido invitado EL PAÍS, este dirigente ha rechazado la etiqueta antiinmigración que se le atribuye. En su lugar, Kurz alega que el país acogió una buena parte de los extranjeros llegados irregularmente a Europa durante la crisis de refugiados iniciada en 2015. “Austria, Alemania y Suecia fueron los países más afectados. Me irrita un poco que vengan a darnos lecciones algunos que solo han acogido una pequeña parte”, ha lamentado.
el Pais