Theresa May nombra para sucederlo al también euroescéptico Dominic Raab, días después de que el Ejecutivo aprobara un plan para buscar una relación comercial estrecha con la UE.
El ministro británico para el Brexit, David Davis, ha dimitido este domingo, poco antes de la medianoche, dos días después de que el Ejecutivo aprobara un plan para mantener una estrecha relación económica con la Unión Europea tras abandonar el bloque. La decisión de Davis, un gravísimo desafío a una primera ministra que hace apenas 48 horas presumía de haber unificado al fin a su dividido Gabinete en torno a su estrategia en el Brexit, precipita al Gobierno a una crisis sin precedentes.
May ha actuado rápido para tratar de contener la crisis y, pasadas las 10.00 (hora de Londres), ha nombrado a su sustituto. El nuevo ministro del Brexit será Dominic Raab, también euroescéptico, que era hasta ahora secretario de Estado de Vivienda. Raab forma parte de una nueva hornada de políticos conservadores y su nombre suena con frecuencia cuando los tories hablan de que el partido debería tener un líder que implicara un salto a una nueva generación.
Davis, de 69 años, un euroescéptico exmiembro de las fuerzas especiales del Ejército, que fue designado hace dos años para dirigir el recién creado Departamento para la Salida de la Unión Europea, había amenazado con dimitir en varias ocasiones por la posición de May en las negociaciones con la UE. Con la salida de Davis, la estrategia de May en el Brexit, finalmente esbozada dos años después del referéndum, recibe un colosal revés de consecuencias imprevisibles, propinado por quien fue nombrado precisamente para liderarla. Se trata de un espectacular giro en el tragicómico culebrón que protagoniza el Gobierno británico en las negociaciones del Brexit, observado con perplejidad desde el otro lado del canal de La Mancha, a solo nueve meses de la fecha en que Reino Unido deberá estar fuera de la UE.
En una entrevista radiofónica en la BBC, el lunes por la mañana, Davis ha explicado que el principal motivo de su dimisión es que, con el plan de May, cualquier competencia que recupere el Parlamento británico tras el Brexit sería “ilusoria”. La cesión de soberanía del Parlamento de Westminster a Bruselas es la piedra angular del euroescepticismo de Davis y otros diputados conservadores. “Esto se pinta como una devolución de poderes a la Cámara de los Comunes. En la práctica, no lo es”, ha dicho el ya exministro.
Davis ha explicado en la entrevista en la BBC que no habría sido posible para él permanecer como ministro del Brexit y promover un plan en el que no cree. Ha dicho que no dimitió el viernes porque la restauración de la responsabilidad colectiva del Gabinete no le dejaba la opción. Ha añadido que, sin embargo, fue claro en su oposición, y que se ha tomado dos días para tomar una decisión que se debe pensar “cuidadosa y adecuadamente”.
Con Davis han dimitido, de momento, dos secretarios de Estado de su Ministerio: los muy euroescépticos Steve Baker y Suella Braverman. La maniobra fuerza a Theresa May a remodelar su Gobierno justo cuando se disponía a recabar el apoyo de sus diputados para su plan, el proyecto de relación comercial con la UE tras el Brexit acordado en su Gabinete el viernes, que pretendía publicar y presentar a la Bruselas esta semana.
Todos los ojos están ahora en Boris Johnson, ambicioso ministro de Exteriores, cabeza visible del sector duro del Brexit en el Gabinete, que el viernes, en la reunión en la residencia de campo de la primera ministra donde los miembros del Gobierno debatieron el plan de May, se refirió a este como “una mierda”, según el relato de algunos de los asistentes. El poco diplomático jefe de la diplomacia recibe mañana a 11 ministros de Exteriores en la cumbre sobre los Balcanes que se celebra en Londres.
La primera ministra se deberá enfrentar este lunes a la furia de sus diputados más euroescépticos, por un plan que consideran una traición al voto de los británicos en el referéndum de junio de 2016. Lo hará, tras la dimisión de Davis, habiendo perdido el apoyo de uno de los principales defensores del Brexit en el Parlamento. Los diputados del sector duro han advertido a lo largo del fin de semana que están dispuestos a desafiar al fin a May y provocar una batalla por el liderazgo del partido. Para que se produzca, al menos 48 diputados deberían mandar una carta exigiéndolo a Graham Brady, presidente del poderoso Comité 1922, que representa a los diputados conservadores sin cargo en el Gobierno. Si las recibe, Brady deberá convocar una moción de censura, que los rebeldes no tienen ni mucho menos garantías de ganar.
La distancia entre Theresa May y David Davis, la persona al frente del departamento responsable del asunto más importante que tiene en la mesa la primera ministra, era evidente en los últimos meses. Davis no sabía nada del contenido del plan que presentó May al Gobierno el viernes hasta el último momento. Su escasa sintonía con Olly Robbins, el pragmático principal oficial del Brexit, que diseñó el complejo plan de aduanas propuesto por el Gobierno, era conocida.
Davis ha chocado en numerosas ocasiones con May. El ya exministro es partidario de una ruptura más radical con la UE, que dé pie a una relación menos estrecha, como la que tiene el bloque con Canadá. En su carta de dimisión a la primera ministra, Davis explica que no quiere ser un “recluta reacio” a un plan, el aprobado el viernes por el Gobierno, que el ministro considera que no devuelve al país el control sobre sus leyes “en ningún sentido real”. La iniciativa de la primera ministra prevé el establecimiento de una zona de libre comercio y un nuevo modelo aduanero con el resto de Estados miembros de la UE, para mantener un comercio “sin fricciones” con el continente.
Con sus personas más cercanas, según la prensa británica, Davis se ha quejado de la hostilidad hacia los euroescépticos que escenificó el equipo de May antes de la reunión, celebrada el viernes en su residencia de campo, llegando a insinuar que entregarían a los ministros tarjetas de una compañía local de taxis por si decidían dimitir durante el cónclave y perdían el derecho a utilizar su coche oficial. “Me gustaría agradecerle sinceramente por todo lo que hizo en los dos últimos años como ministro para dar forma a nuestra salida”, ha dicho May a Davis, en respuesta a su carta de dimisión.
Las reacciones del sector euroescéptico del partido no se han hecho esperar. Jacob Rees-Mogg, líder del poderoso European Research Group, órgano de presión del sector más euroescéptico de los diputados conservadores, ha celebrado la dimisión de Davis, que confía haga reconsiderar su postura a la primera ministra. “Sin su imprimátur, será muy difícil que [la propuesta de May] consiga el apoyo de los diputados conservadores y, por tanto, la primera ministra estaría bien aconsejada si lo reconsidera”, ha dicho Rees-Mogg en la BBC esta mañana.
El diputado conservador Peter Bone ha señalado que Davis ha “hecho lo correcto, una decisión valiente y de principios” ya que la propuesta de May “no es aceptable” y “de Brexit solo tiene el nombre”. “Una noticia fantástica. Bien hecho, David Davis por tener los principios y el coraje de dimitir. Me quito el sombrero. Tenemos que asegurarnos de que esto cambia ahora el curso del Brexit”, tuiteó a su vez la parlamentaria conservadora Andrea Jenkyns.
El opositor Partido Laborista no ha dejado pasar la oportunidad para tratar de capitalizar la crisis. “La dimisión de David Davis en estos tiempos tan cruciales muestra que a Theresa May no le queda autoridad y es incapaz de gestionar el Brexit. Con su Gobierno sumido en el caos, si continúa, está claro que está más interesada en aferrarse al poder por su propio interés que en servir a la gente de este país”, ha tuiteado el líder laborista, Jeremy Corbyn.
el Pais