El papa Francisco ha mostrado el compromiso de la Iglesia en animar a la abolición de la pena de muerte en todo el mundo.
El Papa nombrará cardenales a los españoles Luis Francisco Ladaria y Aquilino Bocos Merino.
Que el Papa Francisco estuviera en contra de la pena de muerte era algo conocido. Pero ahora ha dado un paso definitivo, poniéndolo negro sobre blanco: “La Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona, y se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo”. Con estas palabras, el Santo Padre modifica el Catecismo de la Iglesia Católica, autorizando la reforma del su artículo 2.267, con el objetivo de introducir una nueva postura acerca de la pena de muerte. Esta actualización se debe a que, en el pasado, podía haber excepciones en la interpretación de la norma, ya que la pena de muerte era considerada, por así decir, un mal necesario de cara a proteger una serie de individuos de un agresor. La modificación, redactada este miércoles, entrará en vigor con la publicación en el diario oficial de la Santa Sede, ‘L’Osservatore Vaticano’.
En el comunicado emitido el jueves por el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal español Luis Ladaria Ferrer; se explica que “durante mucho tiempo el recurso a la pena de muerte por parte de la autoridad legítima, después de un debido proceso, fue considerado una respuesta apropiada a la gravedad de algunos delitos y un medio admisible, aunque extremo, para la tutela del bien común”.
En la actualidad, sin embargo, la visión es distinta y por ello el Santo Padre ha decidido ser el promotor de un cambio normativo que impulse una nueva visión acerca de la pena de muerte en todo el mundo. “Hoy está cada vez más viva la conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves”, se explica en el comunicado emitido ayer desde el Vaticano. Así pues, “se ha extendido una nueva comprensión acerca del sentido de las sanciones penales por parte del Estado”, donde éste ha “implementado sistemas de detención más eficaces, que garantizan la necesaria defensa de los ciudadanos, pero que, al mismo tiempo, no le quitan al reo la posibilidad de redimirse definitivamente”. Coincidiendo con el cambio normativo, el cardenal Ladaria ha enviado una carta a los obispos católicos de todo el mundo, explicando que la novedad se centra, esencialmente, “en la conciencia, cada vez más clara en la Iglesia, del respeto que se debe a toda vida humana”.
No es la primera vez que la Iglesia Católica reforma su normativa en relación a la pena de muerte. A lo largo de la historia incluso la propia Iglesia, entendida como ente estatal, había recurrido a ella. Será a partir de 1992, con la nueva versión del Catecismo bajo el pontificado del Papa Juan Pablo II, cuando la Iglesia Católica explicitará su oposición a la pena de muerte. Como se leía el jueves en el periódico italiano ‘Corriere della Sera’, la decisión de Francisco “sigue las enseñanzas del Evangelio acerca de la caridad”.
Hay más de 50 países en todo el mundo que siguen aplicando la pena de muerte. Entre ellos figura China, considerada el mayor ejecutor del mundo, junto a Irán, Arabia Saudí, Irak y Pakistán. Estados Unidos, sin embargo, es el único país que aplica la pena de muerte en todo el continente americano. En la lista se encuentran también Afganistán, Antigua y Barbuda, Bahamas, Bangladés, Barbados, Baréin, Belice, Bielorrusia, Botsuana, Catar, Chad, Comoras, Corea del Norte, Cuba, Dominica, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos, Etiopía, Gambia, Guatemala, Guinea, Guinea Ecuatorial, Guyana, India, Indonesia, Jamaica, Japón, Jordania, Kuwait, Lesoto, Líbano, Libia, Malasia, Nigeria, Omán, Palestina, República Democrática del Congo, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Singapur, Siria, Somalia, Sudán, Sudán del Sur, Tailandia, Taiwán, Trinidad y Tobago, Uganda, Vietnam, Yemen, Zimbabue. El Papa Francisco, en cuanto actor geopolítico global, ha dado un importante paso para que muchos de estos países, incluso con fuerte presencia cristiana, puedan abandonar definitivamente la práctica de la pena de muerte.
el Mundo