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La «hora del té» en China

Podría dar la impresión de que en el Reino Unido es donde más se consume la bebida, pero no; China –con sus más de 1 300 millones de habitantes–, se coloca en la cima. Aquí cualquier momento del día es «hora del té».

Si ponemos la frase «hora del té» en cualquier buscador online, la mayoría de los resultados que aparecen tienen que ver con la tradición británica de beber la infusión en determinada hora de la tarde.

Podría entonces dar la impresión de que en el Reino Unido es donde más se consume la bebida, pero no; China –con sus más de 1 300 millones de habitantes–, se coloca en la cima. Aquí cualquier momento del día es «hora del té».

En cada casa o establecimiento comercial en el gigante asiático, ofrecer un té (chá, según su pronunciación en chino) a los invitados es la mayor señal de cortesía, siempre bien caliente y compuesto por dos ingredientes: hojas de té y agua; azúcar o miel no son bienvenidas.

La preparación también requiere de un ritual, y aunque cuentan con seis categorías principales de la infusión (verde, rojo, amarillo, blanco, oscuro y oolong), hay una forma que es común para todos.

La tetera con el agua bien caliente se vierte dentro de la taza para la infusión, lo que va a darle calor a la vasija; ese líquido se desecha, y entonces allí se ­colocan las hojas y se vierte agua nuevamente, se tapa, se deja reposar por al menos un minuto, y la magia se hizo.

Preparar el té es también un arte, desde la manera de agarrar la tetera, la taza y su tapa, y la forma de beberlo. Los hombres lo hacen mostrando la cara, las mujeres –según la tradición– deben esconderla.

Los chinos, que en el 2016 contribuyeron al 42 % de la producción mundial de té según un reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), lo han sabido ­utilizar a través del tiempo como ­medicina, pues ayuda a digerir la comida grasosa, estimula y aviva la mentalidad, alivia la inflamación); como alimento (mezclado con las verduras, o como ingrediente en sí mismo); y como bebida (cocido o al vapor).

Tal es la importancia que le conceden que en la provincia de Yunnan, ubicada al sudoeste de la nación, aún se puede encontrar un milenario árbol de té, conocido por los chinos como el «ancestro espléndido», que gracias al clima agradable de donde está ubicado, a sus 3 200 años tiene una altura de 10,6 metros y se necesitan más de ocho personas para rodearlo.

En una subasta de hace más de diez años, apenas un gramo de sus hojas se vendió a un precio cuatro veces superior al del oro. Fue tanta la atención mediática del suceso que el Gobierno chino ratificó la prohibición de actividades comerciales relacionadas con el árbol, y se establecieron multas a quienes intenten arruinarlo.

Lugares llenos de historias también existen en Beijing. Muy cerca de la Plaza de Tiananmen está la Casa de Té Laoshe, que comenzó la venta de la infusión por el año 1988, la primera de su tipo desde la Reforma y Apertura.

Desde ese entonces se ha distinguido por ser más que un lugar para ir a beber la infusión: es un centro cultural con presentaciones diarias de acrobacias, óperas u otros espectáculos, y sus trabajadores reciben a los visitantes –entre los que se contabilizan líderes políticos de todo el mundo– con ropas tradicionales.

El nombre del sitio y su esencia están en concordancia, proviene de una obra drámatica del poeta Laoshe, quien una vez dijo que «una casa de té es como una pequeña comunidad». Pues sí, la «hora del té» en China probablemente sea el espacio en donde los habitantes de la nación logren despegarse de sus celulares, e intercambiar al menos un rato con quienes tienen más cerca.

granma.cu

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