Abbas rechazó el plan de paz de EE UU por no incluir un acuerdo tripartito con Israel.
Acorralado por las presiones y los recortes financieros de la Casa Blanca, el presidente palestino, Mahmud Abbas, ha revelado que Estados Unidos le propuso integrarse en una confederación con Jordania como fórmula para solucionar el conflicto de Oriente Próximo. Abbas ha asegurado este domingo a la presidenta de una ONG pacifista y a dos diputados israelíes que le visitaron en Ramala que la oferta le había sido presentada en una fecha no precisada por el asesor especial y yerno del presidente Donald Trump, Jared Kushner, y por el mediador estadounidense, Jason Greenblatt. La Autoridad Palestina rompió todos los contactos con Washington después de que la Casa Blanca reconociese Jerusalén como capital de Israel el pasado diciembre.
El rais palestino explicó que apoyaba la solución de la unión política de Palestina con Jordania siempre y cuando incluyera también a Israel en el acuerdo confederal. Abbas advirtió de que, en todo caso, rechazaba el plan de paz que está ultimando la Administración de Trump, ya que Estados Unidos “se ha mostrado hostil hacia los palestinos y bloqueado el proceso de paz”, según el relato de la reunión difundido por la prensa hebrea. El presidente no precisó el grado de autonomía con el que contaría Palestina si se unía al vecino país árabe.
La idea de un plan de paz basado en una confederación con Jordania ha sido barajada en el pasado por dirigentes conservadores israelíes como el primer ministro, Benjamín Netanyahu, quien no contempla un Estado independiente de pleno derecho paro los palestinos, sino un “mini Estado” o “cuasi Estado” en el que el control de la frontera cisjordana del valle del río Jordán seguirá bajo control del Ejército. Israel mantiene la ocupación militar sobre Cisjordania y Jerusalén Este desde 1967. Las tropas y los colonos judíos se retiraron en 2005 de la franja de Gaza, que se halla sometida a bloqueo marítimo y terrestre.
El rais desveló que se ha reunido cuatro veces con Trump desde que llegó a la Casa Blanca, y que le ha planteado la propuesta palestina de crear un Estado desmilitarizado y protegido por fuerzas de la OTAN. Eventualmente, se declaró dispuesto a aceptar como alternativa “una confederación tripartita con Jordania e Israel”. También reconoció que se había mostrado a favor de un intercambio de territorios con Israel para poder sellar un acuerdo de paz, aunque no detalló si exigiría la evacuación de los asentamientos donde viven más de 400.000 colonos judíos en Cisjordania.
“Tengo problemas con Netanyahu, pero no con el Likud (el partido conservador que lidera el primer ministro)”, confesó a la presidenta de la ONG Paz Ahora, Shaked Morag, y a los diputados de la Kneset (Parlamento), Ksenia Svetlova (laborista) y Mossi Raz (izquierda pacifista).
Abbas sostuvo que el actual jefe de Gobierno israelí ha rechazado de plano sentarse a negociar un acuerdo de paz en varias ocasiones, y recordó que ha descartado las iniciativas de mediación planteadas por Rusia (en dos ocasones), Japón, Holanda y Bélgica.
También reveló el presidente palestino que mantiene contactos ocasionales con jefes del Shin Bet, el servicio de seguridad interior de Israel, con quienes suele coincidir en el “99% de los asuntos”. El aparato de seguridad de la Autoridad Palestina mantiene, según aseguró a sus visitantes israelíes, “una coordinación día a día con los responsables militares para impedir que Israel sufra ataques”.
El acuerdo de paz que planteó a Trump el líder palestino incluiría —según sus palabras, recogidas por pacifistas y políticos israelíes— garantías para la seguridad del Estado hebreo y una solución al problema de los más de cinco millones refugiados palestinos “que no implique la destrucción de Israel”. Abbas advirtió, no obstante, de que la decisión estadounidense de cancelar las entregas de fondos a la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, supone un “completo sabotaje” para el organismo humanitario.
Después de haber recortado en enero en una sexta parte su aportación anual de 350 millones de dólares (300 millones de euros), EE UU canceló el pasado viernes el resto de los fondos, que constituyen una tercera parte del presupuesto con el que la UNRWA ofrece servicios de educación, sanitarios y sociales a más de cinco millones de refugiados palestinos.
El recorte de la acción humanitaria que Washington ha sostenido como principal contribuyente internacional desde 1949 amenaza con desestabilizar los territorios palestinos —donde viven más de dos millones de desterrados— y sacudir el equilibrio social de naciones vecinas como Jordania (dos millones de refugiados), Siria (530.000) y Líbano (464.000).
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