Niñas jugando en la arena con sus cubos de las nuevas princesas de Disney y niños columpiándose bajo la atenta mirada de sus madres y padres, que charlan tranquilamente sentados en bancos con sus smartphones en la mano. Esto es lo que el mundo occidental concibe como ir al parque, pero no lo que entienden miles de niños refugiados en los campos de Idomeni, Calais, Dunquerque, o la isla de Lesbos. Una caja de cartón, un peluche y un biberón. Ese es el único parque que ha conocido un niño sirio que a duras penas supera el año de edad y cuya imagen, captado por un fotógrafo barcelonés, se ha convertido en viral.
“Quiero que mi fotografía trasmita lo que está pasando, la falta de medidas, la desesperación y el abandono“. Así explica Robert Astorgano, del colectivo de fotógrafos barceloneses Fotomovimiento, la intención con la que tomó la imagen del niño sirio de un año jugando en una caja de cartón en las insalubres condiciones del campo de refugiados de Idomeni, al norte de Grecia.
Actualmente hay más de 10.000 refugiados en el campo de Idomeni, gran parte de ellos niños, que no saben cuándo van a cruzar las fronteras, o si simplemente, las van a llegar a cruzar. Mientras tanto, miles de familias tratan de seguir sus vidas con la mayor normalidad posible, que es poca, en sus tiendas de campaña, sus sacos y las condiciones de salubridad infrahumanas que se repiten en la mayoría de campos de refugiados. Inundaciones, falta de agua potable, frío y enfermedades son el pan de cada día de más de un millon de refugiados que llegaron a Europa el pasado 2015.
‘HAY MUCHOS MÁS’
“Como el niño de la foto hay muchos más. En su mayoría son hijos de familias sirias y afganas que han huido de la guerra y que ahora tratan de hacer sus vidas con la mayor normalidad posible en los campos de refugiados”, explica Astorgano. “Es chocante verles jugar y reír en ese entorno, pero es que tienen una vida y la tratan de llevar a cabo en la medida de lo posible. Las madres lavan la ropa con los mínimos recursos que tienen, cocinan con instrumentos improvisados… Hacen lo que pueden“, asegura el fotógrafo que tomó la imagen al encontrarse al niño mientras repartían comida entre los refugiados.
“Todas las historias son sorprendentes, cada persona es un mundo”, asegura en referencia a la experiencia vivida en el campo griego. “Hemos oído tantas… Recuerdo que una de las que más me impactó fue la de un hombre afgano que iba en silla de ruedas con una niña encima y el pie en gangrena que no consiguió pasar la frontera y rompió a llorar. No le volvimos a ver”, explica el fotógrafo.
El periodico