La UE exige un consenso político favorable a estrechar los lazos comerciales para evitar el problema de la frontera en la isla de Irlanda.
La debacle parlamentaria del Gobierno de Theresa May aboca a una prórroga del plazo para el Brexit (que expira el 29 de marzo) o a un Brexit duro sin período transitorio ni condiciones pactadas. La Unión Europea sigue dispuesta a ofrecer una tregua si Reino Unido necesitara más tiempo para completar la tramitación del acuerdo de salida. Pero a la vista del caos político reinante en Londres, Bruselas ha endurecido las condiciones para conceder esa prórroga.
La UE exigirá a cambio, entre otras cosas, un acuerdo entre el Gobierno conservador y la oposición laborista que garantice la consumación del Brexit en condiciones pactadas con la UE. La petición corre el riesgo de levantar ampollas en Westminster, donde podría interpretarse como una humillante exigencia de consenso comparable a la que Bruselas requería a los países rescatados durante la fase más aguda de la crisis de la zona euro.
La respuesta de Bruselas a Londres ha sido analizada este miércoles en una reunión de crisis en la que han participado los secretarios generales de la Comisión Europea y del Consejo Europeo y los embajadores de los 27 países de la UE en Bruselas.
Fuentes comunitarias aseguran que el club europeo se mantiene unido y evocan, como ejemplo, la reacción sincronizada y similar de las 27 capitales tras el apabullante rechazo del Parlamento británico al acuerdo del Brexit presentado por May (432 votos en contra y 202 a favor). El endurecimiento de la posición europea se atribuye, precisamente, a la contundencia de la derrota encajada por May (230 votos de diferencia), la mayor de un Gobierno en el Parlamento británico (el anterior récord estaba en 166 votos de diferencia).
“Con una diferencia de 30 votos, May podría haber venido de nuevo a Bruselas a pedir nuevas concesiones o garantías. Pero lo único bueno del rechazo de Westminster es que ha sido tan tajante que ha puesto fin al regateo”, apunta un diplomático comunitario. El nuevo escenario lleva al bando comunitario a plantear varias exigencias.
“Necesitamos en Londres un acuerdo transversal entre los partidos del Parlamento y que el Gobierno de May modifique sus líneas rojas en la negociación”, reclaman fuentes diplomáticas europeas en Bruselas. El objetivo sería que Londres acepte mantenerse en la unión aduanera con Europa, un modelo similar al de Turquía y que evitaría la aparición de una frontera entre Irlanda del Norte (territorio británico) y la República de Irlanda (socio de la UE).
Sin esas dos condiciones, aseguran las mismas fuentes, será casi imposible evitar el descarrilamiento del Brexit y no tendría ningún sentido parar la guillotina que el 29 de marzo cortará los lazos entre el Reino Unido y la UE. “Ningún cambio en el acuerdo de salida bastaría para cambiar el sentido de más de 200 votos”, zanja una fuente europea. “No podemos rescatar a May. Tiene que salvarse ella misma”, añade esa fuente.
La primera ministra parece haber captado ya el mensaje y ha iniciado la búsqueda de apoyos más allá de su grupo parlamentario (317 escaños de 650), donde casi un centenar de parlamentarios votaron en contra del acuerdo defendido por May. “Invito a los parlamentarios de todos los grupos a unirse y buscar un camino adelante”, propuso este miércoles la primera ministra en la Cámara de los Comunes.
May ha iniciado ya los contactos con los grupos más favorables a la permanencia en la UE o a un Brexit muy blando (liberales, nacionalistas escoceses y galeses). Pero la aritmética parlamentaria requiere reclutar muchos escaños en el grupo Laborista (256 escaños), del que solo tres parlamentarios apoyaron el acuerdo.
Fuentes comunitarias calculan que May necesitará tiempo para fraguar el consenso necesario, más allá del plan b que el Parlamento británico le exige presentar el 21 de enero. Bruselas no espera ninguna negociación con May antes de la votación del próximo lunes. Y solo deja un camino a Londres: un acuerdo entre la primera ministra y la oposición liderada por Jeremy Corbyn que reúna los votos necesarios para ratificar un acuerdo de salida. “En cierto modo, queremos un voto a favor antes de proceder a cualquier cambio o seguir adelante”, eleva el listón una fuente diplomática.
Bruselas mantiene, a pesar de todo, la esperanza en la ratificación del acuerdo. “De momento, no podemos decir que estamos ante una tragedia porque no se ha escrito el último acto”, señala una fuente comunitaria haciendo un símil teatral. Y recuerda el caso de la crisis con Atenas en 2015, cuando el Grexit (salida de Grecia de la zona euro) parecía inevitable. “En pocos días se pasó de un referéndum que rechazó el rescate a un acuerdo que lo aprobó y mantuvo a Grecia en la zona euro”.
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