El Pontífice declara que “nadie puede ser esclavo de los demás” tras reunirse con el príncipe heredero, Mohamed bin Zayed
El Papa Francisco en el país de las iglesias sin campanarios
En la tierra en la que “la arena y los rascacielos se dan la mano”, en la región que es cuna del islam, el Papa Francisco ha lanzado este lunes dos mensajes de alcance. Ha recordado ante las familias reales emiratíes que “todos tenemos la misma dignidad y que nadie puede ser amo o esclavo de los demás” y ha apremiado a los musulmanes a impulsar un incierto diálogo interreligioso porque, a su juicio, “no hay alternativa”. “O construimos el futuro juntos o no habrá futuro”, ha declarado antes de suplicar “la desmilitarización del corazón del hombre” en un país beligerante en el polvorín yemení.
“No se puede honrar al Creador sin preservar el carácter sagrado de toda persona y de cada vida humana: todos son igualmente valiosos a los ojos de Dios. Porque él no mira a la familia humana con una mirada de preferencia que excluye, sino con una mirada benevolente que incluye”, ha instado el Pontífice en el discurso con el que ha concluido la primera jornada de su histórica visita a Emiratos Árabes Unidos, horas después de visitar el palacio presidencial y reunirse con el príncipe heredero, Mohamed bin Zayed.
Desde el “Memorial del fundador”, inaugurado hace un año en honor al difunto emir de Abu Dabi Zayed bin Sultan, y con una espectacular puesta en escena Bergoglio ha pedido “condenar sin vacilación toda forma de violencia, porque usar el nombre de Dios para justificar el odio y la violencia contra el hermano es una grave profanación”. Una advertencia pronunciada en los confines del Golfo Pérsico, donde el llamado sistema “kefala” ha sojuzgado durante décadas a los migrantes de los sectores doméstico y la construcción, con un rigor que organizaciones de derechos humanos internacionales han tildado de esclavitud.
Además de interceder por los más desfavorecidos de una nación de 9,5 millones de habitantes en la que sólo el 12% es emiratí, Francisco ha aprovechado el primer periplo de un Papa por la Península Arábiga para subrayar por enésima vez la necesidad del diálogo entre credos al abrigo de la celebración de los 800 años del encuentro entre San Francisco de Asís y el sultán egipcio Malik al Kamil. “He aceptado la ocasión para venir aquí como un creyente sediento de paz, como un hermano que busca la paz con los hermanos. Querer la paz, promover la paz, ser instrumentos de paz: estamos aquí para esto”, ha deslizado.
Antes de que el argentino se dirigiera al auditorio, el gran imam de Al Azhar, Ahmed el Tayeb -con quien minutos antes había compartido paseo por la mezquita del Sheij Zayed y encuentro con el consejo de ancianos musulmanes-, ha proclamado la obligación de “enfrentarse con coraje” a quienes tienen una visión extremista de la religión y a quienes buscan “disociar la fe de la vida humana cotidiana”. “A los cristianos de Oriente les digo que son parte de esta nación, que no son minorías”, ha apuntado el líder de la institución con sede en El Cairo, cuyo poder y simbolismo en el islam suní está lejos del que representa el Papa.
Construir puentes
Para Francisco, “las religiones, de modo especial, no pueden renunciar a la tarea urgente de construir puentes entre los pueblos y las culturas”. “Ha llegado el momento de que las religiones se empeñen más activamente, con valor y audacia, con sinceridad, en ayudar a la familia humana a madurar la capacidad de reconciliación, la visión de esperanza y los itinerarios concretos de paz”, ha voceado el Pontífice, a punto de cumplirse dos años de un viaje a El Cairo guiado también por la consigna de forjar un nuevo entendimiento con la religión de Mahoma.
Así, se ha referido a la necesidad de “entrar juntos como una misma familia en un arca que pueda navegar por los mares tormentosos del mundo: el arca de la fraternidad”. Una convivencia en la “casa común” que Francisco fundamenta en una conducta religiosa “purificada continuamente de la tentación recurrente de juzgar a los demás como enemigos y adversarios”. “Todo credo esta llamado a superar la brecha entre amigos y enemigos, para asumir la perspectiva del cielo, que abraza a los hombres sin privilegios ni discriminaciones”, ha relatado.
Para su Santidad, solo a través del “diálogo cotidiano y efectivo” se protege a la “gran familia humana en la armonía de la diversidad”. “Presupone la propia identidad, de la que no se debe abdicar para complacer al otro. Pero, al mismo tiempo, pide la valentía de la alteridad, que implica el pleno reconocimiento del otro y de su libertad. (…) Sin libertad ya no somos hijos de la familia humana, sino esclavos”, ha señalado Francisco, precisamente desde una península donde la libertad religiosa se halla aún restringida.
En Emiratos, donde el Vaticano levantó su primera iglesia en 1963 y cuenta con alrededor de un millón de feligreses, el prosetilismo de credos diferentes al musulmán es ilegal y la conversión desde el islam a otras religiones está castigada con la pena capital. La situación, no obstante, resulta más precaria en Arabia Saudí, donde la construcción de templos cristianos ni siquiera está permitida. En alusión al reino saudí, Francisco ha mostrado su deseo de que “no solo aquí sino en toda la amada y neurálgica región de Oriente Medio, haya oportunidades concretas de encuentro: una sociedad donde personas de diferentes religiones tengan el mismo derecho de ciudadanía y donde solo se le quite ese derecho a la violencia, en todas sus formas”.
Como remedio al extremismo y la indiferencia a la que “no le importa la dignidad del forastero”, el Papa ha recetado “invertir en cultura” -“la educación y la violencia son inversamente proporcionales”- y salvaguardar la justicia. “Que las religiones (…) sean referencia solicita para que la humanidad no cierre los ojos ante las injusticias y nunca se resigne ante los innumerables dramas en el mundo”, ha abogado antes de recalcar que “la carrera armamentística, la extensión de sus zonas de influencia, las políticas agresivas en detrimento de lo demás nunca traerán estabilidad”.
“La guerra no sabe crear nada más que miseria, las armas nada mas que muerte”, ha lamentado. Francisco tampoco ha evitado abordar las turbulencias que azotan la región, especialmente, la guerra en Yemen de la que Emiratos, con tropas sobre el terreno, es parte beligerante. Un ardor guerrero que el Papa ha pedido desterrar. “Ante nuestros ojos están sus nefastas consecuencias. Estoy pensando de modo particular en Yemen, Siria, Irak y Libia. Juntos, hermanos de la única familia humana querida por Dios, comprometámonos contra la lógica del poder armado, contra la mercantilización de las relaciones, los armamentos de las fronteras, el levantamiento de muros, el amordazamiento de los pobres”, ha suplicado antes de exhortar a los “hombres de buena voluntad” a no rendirse “a los diluvios de la violencia y la desertificación del altruismo”.
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