El ministro ruso de Exteriores advierte contra cualquier intervención de países extranjeros en los asuntos de Argelia.
El régimen del presidente argelino, Abdelaziz Buteflika, está buscando en el exterior los apoyos que no termina de hallar en su país para emprender una transición pilotada por el propio régimen. Con ese fin, el recién nombrado viceministro y titular de Exteriores, Ramtam Lamamra, viajó este martes a Moscú para encontrarse con Serguéi Lavrov, su homólogo ruso. Lavrov emitió un doble mensaje que le permite contentar tanto al régimen como a los millones de argelinos que piden la salida de Buteflika.
Lavrov mostró por un lado el apoyo de Moscú al Gobierno argelino en sus planes por “estabilizar la situación”. Pero en seguida añadió durante su conferencia conjunta con Lamamra: “Por supuesto, estamos preocupados por los acontecimientos que están ocurriendo. Vemos intentos de desestabilizar la situación y nos oponemos firmemente a cualquier intervención en estos procesos. Confiamos en que, sobre la base de la Constitución argelina, el pueblo argelino, el liderazgo argelino resolverá todos los problemas que surjan”.
Rusia no se encuentra ni entre los principales proveedores de Argelia (que son China, Francia, Italia, Alemania y España, según datos oficiales de 2017) ni entre sus principales clientes (que son Italia, Francia y España). Sin embargo, Argelia es un aliado estratégico para Rusia. No solo porque es uno de sus mayores compradores de armas –solo entre 2011 y 2015, le vendió armas por valor de 1.900 millones de dólares, según estimaciones citadas por la prensa rusa— y de grano –Rusia está buscando desbancar a Francia como principal suministrador de trigo–. Y ese relevante rol ha crecido ahora con la crisis en Venezuela. Además, Argelia ha sido un gran apoyo para los intereses rusos en la región durante la guerra siria y en las tensiones entre Moscú y Ankara, donde Argel actuó como mediador.
La alianza entre ambos países viene de lejos. Moscú aportó su apoyo a los combatientes del Frente de Liberación Nacional (FLN) durante la guerra contra Francia (1954-1962). Después, buena parte de sus oficiales, incluido el jefe del Estado Mayor, Ahmed Gaid Salah, se formaron en academias militares rusas. Nikita Jruschov otorgó el título de Héroe de la Unión Soviética a Ahmed Ben Bella, el primer presidente de la República de Argelia tras la independencia. Con el derrumbe de la URSS a partir de 1990 la cooperación decayó, ya que Rusia se encontraba inmersa en plena reforma. Pero de nuevo, el vínculo entre los dos países repuntó con la llegada de Vladímir Putin al poder. En 2001, Buteflika visitó Moscú, en 2006 Putin le devolvió la visita y en 2008 Buteflika volvió a Rusia.
Argelia compra la mitad de todas las armas que Rusia exporta a África, según declaró el año pasado el embajador ruso en Alger, Igor Beliaiev, al sitio ruso Sputniknews. Algo que corroboran los datos. Después de China e India, Argelia es el mayor comprador de armas de Rusia, según el Instituto de Investigación para la Paz Internacional de Estocolmo (SIPRI). En la clasificación anual de Ejércitos más poderosos que efectúa el sitio estadounidense Global Firepower, Argelia se sitúa en el puesto 27, pocas posiciones detrás de España (21) y solo por detrás de Egipto (12) en el continente africano.
Argel ha adquirido a Moscú helicópteros de combate, submarinos y cazas. “Además de sus compras de trigo y de armas, Argelia ha respaldado políticamente a Rusia, lo que se puso de manifiesto durante la guerra Siria. El Kremlin lo valora mucho”, apunta Serguéi Balmasov, experto en la región del Consejo Ruso de Asuntos Internacionales.
Balmasov apunta, sin embargo, que Moscú está muy atento a la situación en Argelia, “para que Occidente no haga con Argelia lo mismo que con Libia”. De momento, Rusia ha optado por mantenerse en cierta manera de perfil ante las manifestaciones, según Balmasov. “Por eso insiste Moscú en que lo que sucede es un asunto interno. Esto le da la ventaja en caso de que Buteflika caiga, y al mismo tiempo permite conservar la relación si el régimen sobrevive”, dice el experto Balmasov.
El politólogo Balmasov señala que los contratos de material de defensa con Rusia, sirven también para sobornar a los generales, que tradicionalmente tienen gran influencia política. “Estos gastos militares están arruinando la economía argelina, pero no cesarán”, recalca. Sin embargo, Rusia teme que si Buteflika cae esos contratos de defensa se resientan y Moscú pase a desempeñar un papel menos importante, concluye Balmasov.
Por su parte, el investigador argelino en ciencias políticas Kamel Cheklat, advierte desde París sobre la posible influencia negativa que pueda ofrecer Moscú frente al ansia de cambio de la calle argelina: “Rusia nos ha dado un triste ejemplo en Siria en materia de contra revolución, por su apoyo al régimen autoritario del [presidente sirio] Bachar el Assad. Argelia ha sido un aliado de peso de Rusia en el Magreb. Esa alianza se ha mantenido tras la visita de Vladímir Putin a Argelia en 2006. Lamamra ha viajado a Moscú para vender la hoja de ruta del régimen argelino, para tranquilizar a sus socios rusos y decirles que el régimen aún se mantiene al frente”.
Los canales públicos de televisión argelinos se han hecho mucho eco de las palabras del ministro ruso de Exteriores. Pero el columnista argelino Makhlouf Mehenni, escribe en el sitio TSA, que en realidad Lavrov volverá con las manos vacías del extranjero. Porque, según Mehenni, hay una diferencia clave entre Siria, incluso Venezuela, y Argelia: “La revuelta en Argelia no es una cuestión de un partido, una región o una casta. (…) Es todo el pueblo quien está en la calle y ni Rusia ni ninguna otra potencia pueden influir sobre el curso y la amplitud de las manifestaciones”.
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