El presidente nombra un nuevo Gobierno mientras trata de impedir su propia inhabilitación.
Cinco días después de que el jefe del Ejército en Argelia, Ahmed Gaid Salah, llamara a inhabilitar al presidente, Abdelaziz Buteflika, el presidente aún no ha sido inhabilitado. Y a pesar de que su mandato expira, en teoría, el próximo 28 de abril Buteflika nombró el domingo por la tarde un nuevo Gobierno. La novedad más sorprendente de ese Ejecutivo cuyo primer ministro es Nordín Bedui, es que el viceministro de Defensa sigue siendo el mismo: Ahmed Gaid Salah, el hombre que ha pedido la inhabilitación del presidente, quien a su vez es ministro de Defensa.
En realidad, el primer ministro, Nordín Bedui, ya había sido nombrado el 11 de marzo, cuando Buteflika anunció que no se presentaría a un quinto mandato y que aplazaba las elecciones presidenciales de abril. Lo que propuso Buteflika era nombrar un nuevo Gobierno y crear una Conferencia que se encargaría de pilotar la transición. La sociedad civil vio en esa propuesta una escaramuza para mantenerse en el poder. Así que la presentación del nuevo Gobierno es un desafío a la calle y al propio jefe del Ejército que ha pedido su inhabilitación.
Mientras Buteflika y sus allegados maniobran para mantenerse en el poder, el clan de Gaid Salah va estrechándole el cerco. Ali Haddad, uno de los hombres más ricos del país, miembro del círculo más estrecho de Buteflika, fue detenido en la madrugada del domingo, cuando intentaba cruzar la frontera hacia Túnez. Haddad ha sido presidente de la patronal argelina (FCE, por sus siglas en francés) hasta que dimitió la semana pasada.
Haddad, de 54 años, es el director ejecutivo de la constructora ETRHB, empresa que ha prosperado gracias a los jugosos contratos de obra pública concedidos por el Estado. Los ingresos de su compañía ascienden a 400 millones de dólares (356 millones de euros), según la revista Forbes, Posee inversiones en Barcelona como el hotel Palace, de cinco estrellas gran lujo, cuyo edificio compró en 2011 por 68 millones de euros. Es propietario, además del canal argelino Dzair TV y de los diarios Le Temps y Wakt eldjazair. También es máximo accionista del club de fútbol USM Alger.
Desde el domingo por la mañana ha entrado en vigor una orden emitida por las autoridades para prohibir el despegue y aterrizaje en Argelia de avionetas privadas. Estas aeronaves, que suelen ser utilizadas por empresarios, deberán recibir una autorización especial antes de abandonar el territorio nacional.
En Argelia siempre se ha hablado de que el poder opaco lo manejan clanes. Uno de esos clanes era el del Ejército, otro el de los servicios secretos, el del presidente, el de los oligarcas… Todos se relacionaban en un difícil equilibro sin apenas transparencia. Desde que el viernes 22 de febrero salieron decenas de miles de personas a la calle para protestar contra la candidatura de Buteflika a un quinto mandato presidencial, el régimen se ha agrietado. Y ahora se aprecia con mucha nitidez la fractura entre Ahmed Gaid Salah y los Buteflika, el presidente, sus dos hermanos y sus más allegados.
Gaid Salah emitió este sábado un comunicado en el que denunció que ese mismo día se celebró una reunión secreta celebrada por personajes “conocidos” cuyos nombres no desveló y cuyo supuesto objetivo es “hacer creer a la opinión pública que el pueblo argelino rechaza la aplicación del artículo 102 de la Constitución”. El artículo 102 establece la posibilidad de inhabilitar al presidente por motivos de salud. El encargado de impulsar el proceso de inhabilitación sería el presidente del Consejo Constitucional, Tayez Belaiz, un jurista de 71 años. Pero Belaiz es un hombre de la estrecha confianza de los Buteflika y aún no ha movido un dedo, cinco días después de que el jefe del Ejército se expresara a favor de la inhabilitación.
Mientras los clanes mantienen sus pugnas al descubierto en la calle también se ha abierto varios debates. Hay políticos opositores como Ali Benflis, secretario general de Talaie El Hurriyet, que se muestran a favor del camino trazado por Gaid Salah. “Estamos frente a una crisis política, constitucional e institucional. Cada día que pasa se vuelve más compleja y cuesta más repararla”. Otros, sin embargo, sigue mostrándose en contra de esa aplicación porque creen que dejaría en manos del régimen el proceso de transición.
Karim Tabbou, coordinador del opositor Unión Democrática y Social, declaró al sitio digital TSA: “Hay una tentativa de transformación de un movimiento popular de reivindicaciones claras, donde se pide que se vaya todo el sistema, en un movimiento que sostiene a un clan. El pueblo no prefiere un clan a otro. Quiere un Estado de derecho”.
Agresiones a mujeres
En la calle, además, se ha abierto otro debate, a raíz de las agresiones verbales y físicas que sufrieron varias feministas en la manifestación del viernes pasado en Argel. Este grupo estableció un cuadrado dentro de la marcha para expresar no solo su rechazo al régimen actual, sino al código de familia y a las leyes que mantienen la desigualdad de las mujeres. Varios testimonios de mujeres afectadas indican que varios manifestantes las expulsaron y rompieron sus banderolas. La razón que esgrimieron los agresores es que ese no era el momento y que las feministas dividían el movimiento de protestas contra el régimen. “Otras personas nos pedían que nos pusiéramos un velo y decían que la igualdad no existirá jamás, que va contra el islam”, declaró al diario El Watan la activista Amina Izarouken.
El ataque a las mujeres ha suscitado protestas enérgicas de diversas personas. La abogada y escritora Wassyla Tamzali, de 78 años, señaló: “No hay pueblo libre si las mujeres no son libres”. La periodista Daïkha Dridi ha publicado en Facebook: “Las feministas cuyas banderolas han sido desgarradas, que han sido empujadas e insultadas, lo han sido porque son mujeres. Si hubieran sido hombres con carteles contra el Código de la Familia nadie les habría atacado. (…) Si no, ¿Por qué nunca han agredido a los hombres que llevan banderas amazig? (…) Nadie me preguntó la opinión sobre el cuadrado feminista [en la manifestación] No es una idea que yo hubiera defendido si hubiese participado en el debate, pero ahora que el cuadrado existe soy totalmente solidaria con él”.
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