El ministro de Exteriores británico, Jeremy Hunt, asegura que su Gobierno quiere resolver el divorcio del Reino Unido con la UE “cuanto antes”, pero reconoce que negociar con los laboristas “no es nada fácil”.
Theresa May ha sido capaz, hasta ahora, de mezclar sus deseos con la realidad y convencer a sus interlocutores de que tenía la solución para el enredo del Brexit. Este martes viajará a Berlín y a París para explicar a Merkel y a Macron que sus conversaciones con el laborismo avanzan, a pesar de que hasta ahora no haya habido más que buenas palabras. Confía en que esto baste para lograr una prórroga corta, y evitar así una salida salvaje de la UE el próximo viernes.
El Brexit se ha convertido en un juego en el que cada movimiento de May infunde esperanzas en una parte, solivianta a otra y siempre irrita a los euroescépticos, que amenazan constantemente con dar a la primera ministra un último golpe de gracia.
El último intento para evitar una salida descontrolada y abrupta de la UE, prevista oficialmente para el 12 de abril si nadie pone remedio, ha sido iniciar una negociación contra el reloj con oposición laborista para ofrecer a Bruselas una imagen de consenso y “unidad nacional”. May confía en que este nuevo planteamiento baste este martes para convencer a la canciller alemana, Angela Merkel, y al presidente francés, Emmanuel Macron, de que deben dar su visto bueno a la nueva prórroga solicitada por Londres hasta el 30 de junio. Sobre todo a Macron, quien lidera el núcleo duro de los 27, harto ya de la incertidumbre generada y dispuesto a soltar amarras con el Reino Unido.
Francia exige un planteamiento claro de resolución para conceder más tiempo, en la forma de un nuevo referéndum o de unas elecciones generales anticipadas. May pretende convencerle de que su acercamiento al líder laborista, Jeremy Corbyn, acarreará un nuevo diseño de Brexit más suave, que retenga a los británicos en la unión aduanera y satisfaga los deseos de la mayoría de socios comunitarios. “He dicho en muchas ocasiones que podríamos ser mucho más ambiciosos en nuestra relación futura con el Reino Unido”, dijo este lunes el principal negociador de la UE, Michel Barnier, durante su visita al primer ministro irlandés, Leo Varadkar, en Dublín. Varadkar, quien siente mucho más de cerca el peligro de un Brexit salvaje, lidera ahora una posición más flexible en la Unión Europea y quiere dar un voto de confianza a May.
La clave estaría en mantener intocable el Acuerdo de Retirada pactado con Downing Street, pero abrirse a cambios en la Declaración Política, el documento que diseñó a grandes rasgos cómo sería la relación futura entre los dos bloques.
Periodo de transición
Los detalles de esa relación se negociarían durante el periodo de transición, y con ese reclamo pretende May acercar a su lado a los laboristas. “La declaración política está abierta a opciones múltiples, y eso incluye una unión aduanera. Y estamos preparados para aclarar ese aspecto si sirve de alguna ayuda, y lo podemos hacer con rapidez”, dijo Barnier.
Diferentes miembros del Gobierno británico, comenzando por la propia May, insistieron durante el fin de semana en que las posiciones de conservadores y laboristas estaban más cerca de lo que muchos creían y en que el acuerdo era posible. Corbyn se encargaba de diluir el entusiasmo a primera hora de la tarde del lunes, pero cualquier declaración sin el toque maximalista y dramático que conlleva todo lo que tiene que ver con el Brexit se convierte en un hilo de esperanza en un país que vive con angustia la cuenta atrás. “Hemos accedido a participar en estas conversaciones porque el Gobierno aceptó finalmente mi oferta lanzada en septiembre de comenzar a hablar y exponer nuestras posiciones. Pero hablar significa estar dispuesto a moverse, y de momento no hemos visto cambio en las líneas rojas”, dijo Corbyn a Sky News.
Tanto el Gobierno de May como la dirección del Partido Laborista comunicaron el lunes, a través de sendos comunicados, su intención de seguir negociando a lo largo del día.
La primera ministra cuenta a su favor con la desorientación y falta de ánimo de los euroescépticos de su partido. El grupo parlamentario descartó con desdén la petición del diputado Mark Francois de someter a May a una nueva moción de censura interna. Y los diferentes potenciales candidatos al Parlamento Europeo recibieron un correo electrónico de la dirección conservadora para anunciarles que comenzarán a enviar sus solicitudes. Prácticamente al mismo tiempo, el Gobierno registraba en el Parlamento la ley que contempla los preparativos para esos comicios. El exalcalde de Londres, Boris Johnson, prometía en su columna de los lunes en The Daily Telegraph que “la propuesta de rendición de Corbyn no puede ocurrir, no debe ocurrir y nunca ocurrirá”. Pocos medios se hicieron eco.
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