“Nuestro país ha alcanzado una tolerancia fiscal cero”, admite el primer ministro al presentar las conclusiones del gran debate nacional organizado por Macron.
El primer ministro francés, Edouard Philippe, asume que el Gobierno se verá obligado a bajar los impuestos y que tendrá que hacerlo deprisa, al constatar que “el país ha alcanzado una especie de tolerancia fiscal cero” que no ha surgido con la crisis de los chalecos amarillos sino que viene de lejos.
“Debemos bajar, y bajar más deprisa, los impuestos”, ha dicho este lunes bajo la cúpula de cristal del Grand Palais de París en la presentación de las principales conclusiones que extrae el Ejecutivo de los dos dos meses que ha durado el gran debate nacional lanzado por Emmanuel Macron.
La idea era que los franceses expresaran su opinión sobre cuatro temas -ecología, servicios públicos, democracia y fiscalidad- en una página web creada ex profeso, en las reuniones organizadas por los Ayuntamientos o en los cuadernos de quejas que los consistorios pusieron a su disposición.
Una quincena de reuniones
El resultado es que más de 1,5 millones de personas han participado en la consulta, un ejercicio inédito en el que Macron se ha implicado seriamente asistiendo a quince reuniones maratonianas en otros tantos puntos del territorio francés.
Ahora llegaba el momento del balance y el primer ministro ha subrayado que el debate ha revelado “la inmensa necesidad de justicia y de igualdad” demandada por los franceses.
Además de la “exasperación fiscal” Philippe mencionó la exigencia de “fraternidad” porque, cuando deja de prestarse un servicio público en una localidad aislada, la sensación de abandono y de falta de consideración se incrementa.
De ahí la necesidad de buscar un equilibrio entre metrópolis y provincias, de revisar las normas de urbanismo, reforzar el transporte y ofrecer un servicio público con rostro humano, no solo digital.
La tercera petición es democrática. Macron reconoció al inicio de la crisis que no se había logrado reconciliar a los franceses con sus dirigentes y Philippe abundó en la idea . “Habría que estar completamente ciego para no ver la violencia de las palabras que usan los ciudadanos para referirse al Gobierno, los diputados o los funcionarios”, dijo.
Restablecer la confianza
“Restablecer el vínculo de confianza es el gran reto de nuestra generación política. El gran debate ha terminado, pero la necesidad de participación sigue. La gente quiere una democracia más representativa, más transparente, más eficaz y más ejemplar”, abundó el jefe del Ejecutivo.
La cuarta conclusión de la consulta es que los franceses no niegan el cambio climático y están dispuestos a modificar su comportamiento pero no a través de una tasa.
Philippe no mencionó la polémica supresión del Impuesto sobre la Fortuna (ISF) pero sí aludió a la reducción de la velocidad a 80 kilómetros por hora en las carreteras secundarias. Fue él quien defendió con uñas y dientes lo que muchos ven como la chispa que encendió la cólera de los chalecos amarillos. “Quería salvar vidas. Me acusaron de querer hacer caja”, se dolió, dando a entencer que no retirará la medida.
Philippe llevará el resultado del debate ante diputados y senadores antes de presentar una agenda de soluciones concertada con alcaldes, sindicatos y asociaciones. “La necesidad de cambio es tan radical que cualquier conservadurismo, cualquier cautela, sería imperdonable” resumió.
Su discurso fue interrumpido brevemente por un hombre que gritó “Macron debería ser perseguido por alta traición. Queremos la VI República” y que fue desalojado rápidamente por las fuerzas del orden.
La próxima semana Macron desvelará las orientaciones generales de las medidas que podrían adoptarse para apagar un movimiento que, con altibajos, sigue activo y recibe con gran escepticismo todo lo que procede del Elíseo.
el periodico