Alemania y Francia endurecieron ayer el tono contra Ankara ante la ofensiva contra los kurdos del norte de Siria. La canciller alemana, Angela Merkel, pidió por teléfono al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, el “cese inmediato” de la operación militar, horas después de que Berlín y París anunciaran la restricción de exportaciones de armas a Turquía, aliado en la OTAN. Merkel y el presidente francés, Emmanuel Macron, avisaron en París del riesgo de una crisis humanitaria y de un renacimiento del Estado Islámico (ISIS, en sus siglas inglesas) a consecuencia de las hostilidades.
“Nuestra voluntad común es que esta ofensiva cese”, dijo Macron en una comparecencia junto a Merkel antes de cenar juntos en el Elíseo. “Esta ofensiva implica un riesgo de crear situaciones humanitarias insostenibles y, de otro lado, de ayudar a Daesh [ISIS] a reemerger en la región”, añadió. Este fue, según el presidente francés, el mensaje que Merkel transmitió a Erdogan y él mismo a su homólogo estadounidense, Donald Trump.
Los ministros de Exteriores de la UE debatirán hoy la ofensiva turca en el norte de Siria, en el marco de una relación con Turquía que siempre ha sido ambigua y llena de luces y sombras. Ankara amenaza a Europa con abrir el paso a 3,6 millones de refugiados si esta critica su ataque contra los kurdos en Siria.
El juego de equilibristas se presenta especialmente difícil durante la cumbre europea del jueves y el viernes. Los socios deben hacer frente a las peticiones de Erdogan, que reclama más dinero para sufragar los gastos de los sirios refugiados en Turquía y, al mismo tiempo, analizar posibles sanciones por la presunta violación de las aguas territoriales de Chipre —donde barcos turcos llevan a cabo prospecciones— y por la ofensiva en Siria.
De eso también habló ayer Merkel con Erdogan por teléfono, según informó el Gobierno alemán en un comunicado. La canciller le advirtió de que la ofensiva puede provocar desplazamientos masivos de población y desestabilizar toda la región. Merkel y Erdogan hablaron también de la situación en la provincia siria de Idlib y de las exploraciones de hidrocarburos turcas en el Mediterráneo.
Horas antes, la ministra de Defensa alemana, Annegret Kramp-Karrenbauer, criticó duramente la ofensiva militar turca, durante un discurso ante las juventudes del partido conservador. Kramp-Karrenbauer, que compatibiliza la cartera de Defensa con la presidencia de la CDU, advirtió a Turquía contra la tentación de convertirse en “una potencia ocupante” en el norte de Siria, algo incompatible con los compromisos como miembro de la OTAN.
Exportaciones
El endurecimiento del tono de Alemania, donde reside la mayor diáspora kurda del mundo, se produce horas después de que el ministro de Exteriores, Heiko Maas, anunciara que Berlín congelará los permisos de exportación de equipamiento militar susceptible de ser empleado por Turquía en Siria. Alemania exportó en 2018 a Turquía armas por valor de 243 millones de euros.
Francia anunció también la suspensión de “todo proyecto de exportación hacia Turquía de materiales de guerra susceptibles de ser empleados en el marco de la ofensiva en Siria”. Desde 2009, los exportadores de armamento franceses han suministrado a Turquía material por valor de 461,7 millones de euros, según un informe del Ministerio de los Ejércitos.
Durante la noche del sábado, Macron abordó la crisis en una conversación telefónica con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que ha avalado la operación turca. “[Trump] Subrayó la necesidad, ante todo, de evitar un resurgimiento de Daesh en la región, de apoyar a los que han combatido a nuestro lado contra los terroristas y proteger a las poblaciones civiles”, resumió una fuente del Elíseo.
Más allá de la sintonía franco-alemana, no existe una postura común en el resto de la UE y un posible embargo de armas a Turquía tiene, de momento, pocos visos de salir adelante. Holanda, Finlandia, Francia y Alemania han anunciado una suspensión de la venta de armas y Suecia y Dinamarca defienden, sin embargo, un embargo conjunto de toda la UE.
Fuentes diplomáticas señalan que las posibles acciones contra Turquía “serán muy graduales, bien precisas y siempre reversibles”. “Turquía no deja de ser un candidato a la UE, un aliado en una zona muy delicada y un socio bilateral importante para España y para la UE”, añaden fuentes españolas.
Paradójicamente, el potencial castigo podría ir acompañado de ayuda financiera para compensar a Ankara por los gastos de mantener en territorio turco a una multitud de refugiados que podrían dirigirse a Europa. Por ese servicio, la UE ya prometió a Erdogan 6.000 millones de euros para el periodo 2016-2019.
La UE ha desembolsado 2.350 millones y ya tiene asignados hasta 5.600 millones para tal caso. El presupuesto inicial se agota y Turquía ya ha indicado que quiere más. En caso contrario, sus puertas hacia Europa podrían abrirse.
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