El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha presentado este martes en la Casa Blanca el llamado acuerdo del siglo para Oriente Próximo, un nombre grandilocuente para un plan de paz que nace herido de muerte, pese a los casi tres años que lleva en elaboración. La propuesta concede a Israel gran parte de sus históricas aspiraciones, mientras que ofrece a las autoridades palestinas una hoja de ruta hacia el Estado propio sujeta a tantos condicionantes que lo hacen improbable. Que Trump expusiese el plan acompañado de una sola de las partes, el exultante primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dio buena cuenta del vuelo gallináceo del proyecto.
El plan fraguado por Washington más que duplica el territorio bajo control palestino, según explica la Casa Blanca, si bien esta ampliación resulta imposible de identificar en los mapas que el documento concreto proyecta sobre ese Estado futuro. Bajo el título de The Vision (La Visión), ese futuro Estado palestino comprendería Cisjordania y la Franja de Gaza, que quedarían conectados por túneles o carreteras elevadas y deja el cotizado valle del Jordán bajo el control militar israelí.
La propuesta incluye una lluvia de 50.000 millones de dólares (45.420 millones de euros) en inversiones durante 10 años para fomentar la prosperidad, pero eso no acaba de convencer a las autoridades palestinas. La mitad iría en principio destinado a Gaza y Cisjordania y a países vecinos como Jordania y Egipto.
“Presidente Abbas, si aceptan este camino hacia la paz, Estados Unidos y otros muchos países estaremos allí para ayudarles”, ha apelado el presidente de EE UU, tras admitir que su Administración había sido muy favorable a Israel y asegurar que ahora deseaba que fuera “muy buena también para los palestinos”.
Jerusalén, donde se entremezclan culturas y creencias, es el corazón del conflicto en Tierra Santa. En el plan original de partición de la Palestina bajo mandato británico aprobado por la ONU en 1947 se le reservaba un estatuto internacional, al margen de los Estados judío y árabe previstos. Pero quedó dividido por la fuerza de las armas en 1949, con el sector oriental bajo control jordano, y ocupado en su totalidad por Israel en la Guerra de los Seis Días, en junio de 1967. Una tercera parte de sus 900.000 habitantes son palestinos, con derecho de residencia pero sin nacionalidad en su ciudad natal. El Acuerdo del siglo parece apuntar a una devolución a la Autoridad Palestina de varios distritos del este y el norte que suman unos 100.000 vecinos, separados de hecho desde hace 15 años por el muro de separación erigido por el Ejército tras la explosión de violencia de la Segunda Intifada.
La solución “realista” de los dos Estados, pero con menos de un Estado, ofrecida por Trump a los palestinos en una carta enviada al presidente Mahmud Abbas, se justifica tan solo en una ingente inyección de fondos internacionales en Gaza y Cisjordania, pero no garantiza un arreglo político duradero a un conflicto con más de 70 años de antigüedad.
Para los millones de refugiados palestinos, de los que al menos cinco millones se hallan tutelados por una agencia de la ONU para subsistir, el primer ministro israelí solo ha planteado que su problema “debe ser resuelto fuera del Estado de Israel”, excluyendo así cualquier perspectiva de derecho de retorno a las casas y tierras que poseían en 1948. Su destino parece quedar, como hasta ahora, en manos de la comunidad internacional, de los países vecinos y de las compensaciones económicas que pudieran recibir a cambio de renunciar a su pasado.
resumido del Pais