La crisis económica que ha acompañado a la pandemia del coronavirus ha vuelto a dar al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, un marco para endurecer sus políticas de migración. Este lunes el mandatario ha firmado una proclamación presidencial por la que prolonga hasta diciembre restricciones impuestas en abril a extranjeros que buscan trabajo en EEUU. Además, ha expandido esas restricciones que ya impuso a la concesión de permisos de residencia (las ‘green cards’) a determinados tipos de visados que no se habían visto afectados, incluyendo ahora los de trabajadores altamente capacitados, lo que ha provocado críticas de “miopía” por parte de gigantes tecnológicos que contratan a la mayoría de esos inmigrantes y denuncias de grupos como la Cámara de Comercio de que se trata de “un intento de restringir la inmigración legal”.
El argumento de Trump es que “bajo circunstancias normales programas de trabajo temporal pueden dar beneficios a la economía pero bajo las extraordinarias circunstancias de contracción económica por el brote de Covid-19 representan una amenaza inusual al empleo de trabajadores estadounidenses”. Y en ese marco, con el paro en el 13.3%, amplía y extiende las restricciones hasta el 31 de diciembre, con la ventana abierta a continuar esos vetos “si fuera necesario”.
Amplio impacto
Entre los visados afectados están los H-1B, tres cuartas partes de los cuales aproximadamente se usan para fichajes en el sector tecnológico, y los H-2B que se otorgan a trabajadores temporales en sectores no agrícolas como hospitalidad, construcción o jardinería.
Asimismo, se impone la restricción para los visados L-1, que se conceden a ejecutivos de empresas para su traslado a EEUU y los visados J, centrados en intercambios culturales y que afectarán entre otros a profesores visitantes, otros académicos y becarios. Según algunas lecturas, del veto a estos últimos quizá puedan salvarse quienes acuden a EEUU como ‘au-pairs’.
En todos los casos se limita también la concesión de visados a los familiares de los solicitantes. Las restricciones no aplican a quienes ya están trabajando con esos visados en EEUU y solo afectan a quienes pretendían iniciar su solicitud desde el extranjero. Y quedan exentos quienes vayan a proveer servicio o trabajo temporal considerado esencial para mantener la cadena de suministro de alimentos o algunos casos no especificados que puedan considerarse de “interés nacional”, así como personal médico pero solo si su trabajo está vinculado con el coronavirus.
Críticas incluso republicanas
Solo quienes han estado abogando por una línea extrema contra la inmigración han celebrado la decisión de Trump, cuestionada incluso por algunos de sus aliados republicanos. Entre ellos está el senador Lindsay Graham, que fue uno de los varios congresistas conservadores que el 27 de mayo enviaron una carta solicitando a Trump que reconsiderara las restricciones y este lunes ha advertido de que su nuevo veto “tendrá un efecto escalofriante en la recuperación económica“.
Entre quienes han criticado la “decepcionante” y “miope” decisión de Trump se cuentan los gigantes de Silicon Valley (Amazon, Apple, Google y Twitter).
También Thomas Donohue, consejero delegado de la Cámara de Comercio, uno de los grupos que ha hecho infructuosamente lobi contra las limitaciones de la Administración. “Los cambios restrictivos al sistema de inmigración de la nación impulsarán la inversión y la actividad económica fuera, ralentizarán el crecimiento y reducirán la creación de empleo”, ha denunciado Donohue en un comunicado, donde ha dicho que vetar a trabajadores como ingenieros, ejecutivos, informáticos, médicos y enfermeras “no ayudará a nuestro país, nos retrasará”.
Inmigración y campaña
El endurecimiento de la mano de hierro de Trump en inmigración no es sorpresa, especialmente ahora que su campaña para la reelección se ha visto profundamente alterada por la acumulación de la crisis sanitaria y económica de la pandemia y la social que late en las protestas por la justicia racial del último mes. El mandatario ya ha aprovechado la crisis para recrudecer normas para quienes solicitan asilo (a los que el gobierno ahora ya no estará obligado a dar permiso de trabajo mientras tramitan su petición) e incluso para acelerar las deportaciones de menores.
Este martes Trump viaja a Arizona para “celebrar” la construcción de 200 millas (320 kilómetros) de muro en la frontera con México y participar en una mesa redonda sobre “seguridad en la frontera”. Las elecciones presidenciales son el 3 de noviembre.